
Ante la imposibilidad de publicar un gadget con la presentación de las fotos de esta cena, esta torpe ha creado este collage.
Feliz Año 2011.
Somos un grupo de mujeres que, desde hace años, nos reunimos periódicamente para comentar la lectura de un libro.
Hola a todas.
Perdonad la tardanza, pero entre otras cosas necesitaba la aprobación de Pilar Bacas para mandar este pequeño resumen por razones que creo os resultaran obvias cuando lo leáis.
Es posible que se me haya olvidado anotar algo importante o algún detalle significativo. Si fuera así, por favor adjuntar vuestra contribución. También es posible que el preámbulo os sobre, pero yo necesitaba comentarlo, je,je.
Besos y de nuevo disculpas.
Teresa
Principios de octubre 2010
Mientras hacemos recados y paseamos plácidamente por la ciudad, mi amiga Pilar Bacas me comenta que le toca a ella organizar la cena del libro del mes y que si a mí se me ocurre algún sitio agradable para hacer la reunión.
Voy a sugerirle alguno de los sitios que conozco cuando me aclara, antes de que me dé tiempo de hacerme ningún plan, que yo no voy a ser su invitada porque en lugar de invitarme a mí van a invitar a C.M.
-¡Ah! -le digo yo un poco contrariada pero, por eso del amor propio, disimulando bastante mi decepción.
-Es que la invitada en esta ocasión probablemente sea la que redacte el acta, y yo ya sabes que igual no puedo estar durante toda la cena ¿sabes? -Me dice Pilar a la vez que me mira como si todo estuviese clarísimo.
-¡Ah! -vuelvo a repetir yo sin entender gran cosa-
-Vamos a ver; es que yo he dicho, que la Corco mejor que no, porque habla mucho, y claro no está tan atenta a lo que pasa como para tomar notas -Me aclara Pilar- y dicho esto, mi amiga(?) se queda tan oronda.
Mediados de Octubre 2010
De regreso de Palencia mi amiga(?) Pilar Bacas me dice que C.M les ha dicho que muchas gracias pero que no irá a la cena porque lamentablemente está muy atareada y no puede.
Yo me hago un poco la loca y entonces mi amiga(?) Pilar Bacas me dice que si quiero ir yo...
Tendría que haberme hecho de rogar un poco, ¿no creéis? Si hubiera tenido un pelín más de dignidad tendría que haber dicho que no, que yo no soy una segunda opción y que lo sentía pero que no que no iba a ir. Sí, quizás eso fuera lo que tendría que haberle dicho pero justo dije todo lo contrario, hice con que me lo pensaba un segundo y dije:
-En principio creo que sí que podré ir pero espero no tener que ser yo la que tome notas de la reunión más que nada por tener que redactarlas después.
Pilar ni se inmuta. No me responde ni sí, ni no, ni nada que se le parezca.
Creo que volví a cometer un gran error. Hubiera tenido que haberle dicho algo al respecto, pero de nuevo me perdió mi orgullo e ignoré aparentemente su silencio.
Así que, aquí estoy; redactando estas notas tres semanas casi después de la cena y pidiendo con este preámbulo disculpas, ya que yo no estaba preparada para esta redacción.
Pero allá va y espero poder reflejar al menos parte de lo que pasó en la agradable cena que compartí con vosotras.
28 de octubre:
Camino del Corregidor, el aire es húmedo y hace una temperatura agradable.
Al llegar veo la cafetería llena de conocidos. “Es increíble la cantidad de gente que sale los jueves”, me digo. Al principio de la barra; un grupo de médicos amigos, un poco más allá, un grupo heterogéneo de músicos, pintores y maestros, también conocidos y hacia el medio, perdidas entre las voces que llegan del fondo de la barra están Pilar Bacas y Pilar Galán.
Después de saludos y presentaciones, pedimos unas cañas y comentamos lo raro que nos parecía que no estuvierais las demás. Al cabo de un buen rato charlando, el camarero que luego resultó el chef, nos pidió disculpas diciéndonos “¡Ay!, lo siento. Se me ha olvidado que les tenía que avisar que las demás están ya arriba desde hace tiempo”....
Con nuestras cervezas en la mano subimos al comedor. Rosalía, Maite, Beatriz, Emma, Isa Mari y quizás alguna más, no recuerdo muy bien quiénes. Nos echáis una pequeña bronca.
-Pero, ¿dónde estabais? -nos preguntáis.
Aclaramos que abajo, que si patatín, que si patatán, y empieza la reunión con algarabía, cañas, risas, besos, saludos a las rezagadas, y ganas de fumar, porque más de una y de dos de las que normalmente no lo hacemos nos lanzamos como posesas al paquete de tabaco que alguna ha llevado para todas las fumadoras reprimidas. (Que conste que yo también había llevado un paquete de emergencia, pero que estaba para tirarlo por antiguo y reseco). Rosa ante esa avalancha de fumadoras protesta un poco, pero no se le hace mucho caso aunque abrimos una ventana.
En medio de todo esto, Pilar Bacas con su proverbial y envidiable actividad, nos empieza a encomendar tareas a diestro y siniestro ya que tiene que irse casi inmediatamente sin cenar. Su madre, centenaria y admirable, está ingresada en el hospital y ella va a pasar la noche a su lado.
A Maite F. le da una bolsa de plástico con los libritos que ha encuadernado y “editado” de nuestro relato encadenado, así como otros dos paquetitos sorpresa, que no son otra cosa que dos ejemplares del Peluquero de Dios de Antonio Crespo. Y a mí me dice que si tengo una libreta y algo para escribir porque “ya sabes, te toca a ti hacer el resumen” Emma, que ve mi cara de perplejidad, me dice que no me apure que ella me ayudará, y en vista de que tampoco Emma tiene dónde escribir Isa Mari y Verónica nos dan unas hojitas de unas libretitas que tienen y yo hago con que me quedo más tranquila...¡Ay Señor!
Como Pilar B. se tiene que marchar, nos hacemos la foto del grupo antes de cenar. En esta ocasión Maite F. no ha traído su cámara porque al día siguiente se va a Berlín y quería dejarla junto con el equipaje. Menos mal que Rosalía tiene la cámara del móvil a mano. (Hay que aclarar que tiene la cámara tan preparada en el momento oportuno porque nos tiene que enseñar la foto de su nieta que es una preciosidad y que en la foto mira a su abuela con mucha atención.)
Una vez hecho el trámite de la foto grupal nos sentamos a la mesa y el chef nos dice que nos va a detallar el menú, no sin antes contarnos que hacia unos días que otro grupo había cenado allí y que también había leído La sal de la vida, de Anna Gavalda que es uno de los libros que nosotras llevamos en esta ocasión. También nos comenta que están pensado poner en el restaurante una biblioteca con los libros que leamos los diferentes grupos de lectura que nos reunamos allí.
Y ya sí, ya pasa a detallarnos el menú, relatándolo con minuciosidad y profusión de diminutivos y adjetivos, que yo soy incapaz de repetir fidedignamente, pero que intentaré resumir.
De entrada; mousse o paté de patatera, con salsa de mostaza. De primero; “verduritas”(!!!) a la plancha y una témpura de no sé qué. De segundo, pescados, a elegir entre lubina o dorada preparada de varias maneras, aunque la mayoría elegimos a la manera donostiarra, faltaría más. Y carnes, a elegir entre chuletillas de cabrito o carrilleras de ibérico. Para terminar, un postre que no recuerdo en qué consistió, aunque si sé que iba en una copita de cristal, era cremoso y me gustó.
Mientras unas y otras decidimos qué vamos a tomar, las conversaciones siguen siendo dispersas.
Alguien habla del blog de la cena del libro y de que algunas no entran con frecuencia.
Bea recuerda el link de los cortos, puesto por Maite F, y pregunta si hemos votado.
Rosa comenta que ha traído miel para darnos, pero que no ha traído para todas porque no tenía botes suficientes.
Todas hablamos entre nosotras de una y mil cosas, hasta que después de todos estos preámbulos decidimos que ya es hora de hablar de los libros, y empezamos.
El primero del que hablamos es La sal de la vida.
Pilar G inicia la charla y dice que no le ha gustado. Que empezó leyéndolo con mucho interés por la temática del mismo ya que a ella la relación que parecía que podía darse entre los hermanos le interesaba mucho, pero que le ha decepcionado, porque no le ha parecido creíble. Los personajes le parecían que se movían en un escenario y que la que hablaba era la escritora más que la “protagonista” del libro.
Algunas piensan lo mismo y creen que el único personaje que merece la pena es la cuñada. Para ellas el papel de esta es el más creíble.
Otras opinan que sí que les ha gustado, y a otras nos ha gustado pero con algunas restricciones.
Las de este, llamemos “grupo de opinión favorable” comentamos que nos ha gustado porque alguna de las situaciones que parece que ha vivido la protagonista, nosotras las compartimos. Ponemos ejemplos de situaciones incomodas en una boda, o en una comida, o en reuniones con nuestras familias políticas, así como complicidades y códigos compartidos con nuestros hermanos o nuestra familia.
También se comenta que la novela tiene dos partes, para mí, claramente diferenciadas, una que va desde el principio hasta la boda y otra después de la misma. La primera parte resulta bastante creíble y próxima a situaciones vividas, no así la segunda.
En general, al hablar de esta novela comentamos más las situaciones que describe la novela que el estilo de la misma, aunque sí se habla algo del lenguaje utilizado. En este apartado, aprovecho para transmitir la opinión de Pilar B, a la que tampoco le ha gustado la novela, y que cree que el lenguaje utilizado por la autora es efímero y muy coyuntural. Pilar G. dice que eso a ella no le importa tanto en una novela, como que el lenguaje no permita que te olvides de quién lo está escribiendo. Dice que en muchas otras novelas te olvidas de quién está escribiendo y realmente escuchas a los personajes y pone como ejemplo Un día perfecto para el pez plátano de J. D. Salinger, pero sin embargo en esta novela se ve continuamente a la autora, y eso resta credibilidad a los mismos.
Seguimos haciendo diferentes comentarios y reflexiones que nos ha sugerido la lectura del libro, tales como si los críticos ven las obras de manera virgen o no, también hablamos de las figura del padre de la protagonista y de la madre, de si sus personajes están desdibujados o no… y finalmente pasamos a puntuar la novela.
Las puntuaciones fueron:
Seis personas - 8
Dos personas - 7
Dos personas - 6
Dos personas - 5
Antes de hacer la valoración media nos damos cuenta de que no hemos llamado a Pilar Bacas como habíamos quedado con ella y entonces lo hacemos. La llamamos. para que nos dé su puntuación, pero como no contesta no insistimos. Es tarde y está en el hospital, así que nos parece oportuno no seguir insistiendo ya que podríamos molestar a alguien.
Por lo que la valoración final es de 7
Una vez hecha esta puntuación media, decidimos que el Libro de Pilar Galán no lo vamos a votar porque alguna se puede sentir incómoda. Pilar aclara que a ella no le importa y que cualquier crítica positiva o negativa la recibirá con agrado.
Esto nos lleva a entretenernos un rato hablando sobre lo que en lenguaje coloquial denominamos falsa modestia, o cómo nuestra educación nos lleva a no saber aceptar las alabanzas o los comentarios positivos con la misma naturalidad que los negativos. Creemos que esta actitud la extendemos incluso a cuando nos hablan de nuestros hijos que a veces nos sentimos incómodas si los tenemos que valorar delante de la gente. Con respecto este tema todas terminamos diciendo que es algo que deberíamos aprender a cambiar y pasamos a hablar de “Grandes Superficies”.
Isa Mari, dice que el libro le ha parecido muy triste y pesimista. Creo recordar que a Rosa y a Emi también se lo ha parecido, sin embargo a Rosalía y Maite F, no les ha dado esa impresión. Les parece un libro real e incluso optimista. Las opiniones de Carmina, Maite, Vero, Bea y Emma las mezclo un poco y no recuerdo con precisión lo que dijisteis cada una aunque sí recuerdo que había opiniones diversas al respecto. (Perdonad, mi despiste.)
Lo que sí puedo decir es que a algunas el libro nos ha parecido muy humano y divertido. A otras, triste y depresivo. Algunas nos lo hemos leído de un tirón, y otras han tenido incluso que dejarlo en ocasiones porque les producía mucha amargura. A alguna el lenguaje le ha parecido excesivamente simbólico (?) y a otras nos has parecido sin embargo cercano y gracioso en muchas ocasiones
Pilar G. dice que ella con esta novela quería contar una historia alegre y no cree que la cajera sea prepotente como ha sugerido alguna de nosotras sino que es la que está fuera de lugar y es la que observa a los clientes en sus compras porque los artículos que compran definen en gran medida, no sólo su situación económica si no también sus gustos o su situación anímica y personal.
Dice que escribe porque no sabe contar oralmente con la misma fluidez las cosas que ocurren a su alrededor y que muchas de las situaciones que cuenta de la protagonista con su padre las ha sacado de cosas que realmente le han pasado a ella durante la enfermedad del suyo. Situaciones estrambóticas, chocantes y en ocasiones hilarantes si no fuera porque Pilar dice que las vivía desde el dramatismo de la enfermedad y el dolor.
Se habla también y por lo tanto de la necesidad de distanciarse en ocasiones de la enfermedad para ver lo que rodea al enfermo y a los que le cuidan. La vida sigue su curso…
Se vuelve a retomar la novela y algunas siguen opinando que el libro les resulta un poco desmoralizante porque incluso da un aspecto pesimista de la relaciones de pareja ya que la protagonista refleja un cierto hastío o cansancio en su relación.
Tomamos este “apasionante” tema del cansancio en las relaciones y vemos que de alguna manera es algo bastante cotidiano, aunque sin dramatismo
Comentamos también que muchas de las cosas que ocurren en la novela son de la actualidad más rabiosa. Por ejemplo trabajar en algo muy diferente de aquello para lo que la gente joven se ha preparado en sus estudios . Ponemos ejemplos de cómo muchas de nuestras alumnas, después de haber estudiado magisterio, educación social u otras carreras, acaban de cajeras o dependientas de Carrefour, Erosky, Zara o cualquier otro cadena comercial y de la frustración que esto debe producir, así como del desclasamiento, no como prepotencia sino como desubicación, caso de la cajera de grandes superficies.
En general, a la conclusión a la que llegamos es que desde luego todas vemos ahora las cajeras de los supermercados de otra manera, o al menos nos fijamos en ellas de manera diferente.
En fin y para acabar, llega el momento de los sorteos y regalos.
El lote de cremas de Maite F en esta ocasión creo que fue a parar a Beatriz. Eso sí Maite repartió como siempre muestras y botecitos a todas las demás.
Rosa dejó encima de la mesa sus botes con miel, que por cierto tengo que decir que está bien buena. Lo sé porque yo fui de las que cogí uno inmediatamente Los libritos de nuestro relato encadenado, encuadernados por Pilar, se repartieron entre aquellas que aún no lo tenían y de los dos ejemplares del “Peluquero de Dios” le correspondieron uno a Isa Mari y a otro a Emi
Como la cena ya va tocando a su fin se fija la fecha de la próxima que será el día 2 de diciembre.
Se proponen varios libros para su lectura y creo recordar que Pilar G. habla de
La cena de Herman Koch y El asesino ciego de Margaret Atwood.
Emi, vuelve a recordar a los clásicos y propone que definitivamente se lea Matar a un ruiseñor de Harper Lee
Finalmente Rosalía propone Cena de gatos-Madrid 1936 de Eduardo Mendoza.
Y en votación (creo recordar) se decide que sea este último el que se lea. Aclarando que para la siguiente cena se le dará gusto a Emi y se leerá Matar a un ruiseñor *
*(He visto en los comentarios que tenéis en el blog, que parece que con este tema hay ciertas dudas al respecto, pero esto que he escrito más arriba es lo que yo tengo en mis anotaciones, igual equivocadamente, no sé.)
Dicha muestra está organizada por la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural y cuenta con la colaboración de diversas instituciones públicas y privadas, así como asociaciones.
Os espero a todas!
Besitos. Emma
Tras un primer intento un tanto accidentado, por fin llega el momento de mi estreno en la organización de la cena. Me paso el día mirando hacia el cielo…parece que no ha salido mal día, a ver si esta vez tenemos más suerte…Llego al restaurante muy pronto y me dedico a retocar un poco la mesa; está todo tal como habíamos acordado, no faltan nada más que las comensales. Poco a poco, vamos llegando todas…bla bla bla, ¿qué tal las vacaciones?...¡qué morena estás!...bla bla bla... ¡qué susto el otro día!... Entre parloteo y parloteo, nos sentamos en la mesa. Solo va a faltar Carmina, que no puede venir de Badajoz (te echamos de menos, Carmina) y parece que Rosa llega tarde.
Hay un primer “momento regalo”, todo el mundo abre el paquetito que ha encontrado delante de su plato...¡cremas hidratantes!
-¡Mmm, qué bien huele!
-¡La mía es de rosa mosqueta!
-¡A mí me ha tocado de aloe vera!
Una vez abiertos todos (Rosa también abre el suyo, aunque con un pequeño retardo), nos ponemos manos a la obra con la cena. Como primer plato, una arriesgada apuesta: gazpacho de sandía, que no parece que complazca a todas por igual. Verónica comenta que a ella le queda mejor, y nos ponemos todas a hablar de cocina y a ofrecer nuestras versiones de algunos platos como el lomo a la naranja (nos echamos unas risas, porque Beatriz nos cuenta la anécdota ocurrida con su receta, que ha resultado incluso premiada en un concurso), las carrilleras al vino (Rosalía), rollo de secreto ibérico con queso y espárrago verde, etc. Parece que estemos asistiendo a una tertulia culinaria, en vez de literaria. Pensaba poner aquí las recetas que se comentaron, pero creo que sería mejor abrir un apartado en el blog dedicado a la cocina; lo que me parece interesante es decir que, al hilo de esta conversación tan suculenta, nos enteramos de que algunas de las presentes tienen un blog que se llama “la cata de Cáceres”, del que os pongo aquí un acceso directo (si a ellas no les parece mal).
A todo esto, nos estamos comiendo un timbal de verduras con salsa de queso del casar y lluvia de sal (o algo así). Rosa nos instruye también con otro tipo de mejunje que se hace para “cazar” a los escarabajos que se están comiendo sus encinas, para lo cual pide nuestra colaboración porque necesita vino estropeado (litros y litros…).
-¿No vamos a hablar del libro?
¡Pues sí! Empezamos hablando de El camino, de Miguel Delibes. Rosa abre el debate diciendo que ella se ha leído antes La guerra de nuestros antepasados, también de Delibes, que le ha gustado mucho (es un canto a la lealtad, al hombre de pueblo). Luego ha leído El Camino, y le ha gustado; comenta que le parece un poco lento (esto es coreado por muchas), aunque no cuesta trabajo leerlo. Maite F. cree que no lo había leído antes, porque no se acordaba de nada. Se comenta que se refleja bien la realidad de los cotilleos de pueblo, los motes…A Emi le ha hecho gracia la expresión que utiliza el autor cuando “las Guindillas se separaron con las narices en alto…”, y le da la razón a Isamari al comentar que las descripciones son muy buenas, parece que se pueden ver los escenarios del libro. A Rosalía le ha aburrido.
Mientras atacamos un Risotto de gambas, Verónica hace una reflexión interesante: no entiende por qué se empeñan en los centros educativos en poner este libro como lectura obligada para los niños, porque se disfruta mucho más de mayor, aunque Emi no está muy de acuerdo porque dice que a su hija le encantó cuando lo leyó. Maite Macías se ha metido en el personaje de Daniel, lo ha vivido. Pilar, como siempre, nos sorprende con su opinión: le parece ñoño (más de una piensa lo mismo), y se abre un debate para justificar esta “ñoñez”: es el tercer libro de Delibes, escrito en los años 50, que no ha resistido el paso del tiempo, por lo que Maite F. dice que no es ñoño, sino antiguo, y Rosa comenta que tiene un vocabulario que está ya en desuso. Para Emi no es el mejor libro de Delibes, pero Isamari opina que no tiene libros mejores o peores, sino con temas más cercanos o impactantes, como Los Santos Inocentes.
Para mí ha sido fácil de leer aunque me parece que, debido a algunos recursos literarios que utiliza el autor (como nombrar constantemente los motes de los personajes, entre comas), resulta un poco repetitivo. Me ha hecho cuestionarme la visión que tienen los niños, tan diferente a los adultos, respecto a lo que es conveniente para ellos. Marga apostilla: ¿es ése el progreso? El niño no entiende el camino que le dictan los mayores, cree que es el camino confundido, pero no tiene edad suficiente para tomar decisiones. Se abre entonces un debate interesante sobre las decisiones que toman los adultos en lo concerniente a sus hijos, sin saber nunca si en ellas estará la felicidad y el progreso para ellos. Se comenta que Delibes no juzga en el libro, sólo plantea los sentimientos de un niño de 11 años que tiene que dejar que otros decidan cuál es su camino. Es normal que tenga miedo a lo desconocido, y que pase esa última noche en vela, es algo que también le sucede a cualquier adulto ante un cambio.
Mientras nos tomamos de postre un tocinillo de cielo con tartar de frutas, Rosa cuenta la experiencia de muchos niños (por ejemplo, Ángel, su marido), a quienes sus padres mandaban internos con 6 años a un colegio jesuita en Villafranca de los Barros.
Terminamos admitiendo todas que tiene golpes muy buenos en algunos capítulos, como el noviazgo del maestro con la hermana de Roque, el Moñigo. Marga nos cuenta entonces una anécdota que le sucedió a su amiga Pilar Alamillo y sus hermanas, que nos permite hacernos una idea de la humanidad del autor.
Para dar por concluido el tema, votamos y El camino obtiene una puntuación de 7,38 (lo redondearemos a 7,5). Rosalía opina, llegado este punto, que lo valoraríamos de forma diferente si no supiéramos quién es su autor, aunque Mª José opina lo contrario porque, si conoces el autor, esperas más de él y te puede llegar a decepcionar.
Empezamos a comentar entonces el segundo libro: Paradero desconocido, de Kressmann Taylor...Pero esa es otra historia.
CONTINUARÁ....
Cuando sea vieja, vestiré de morado,
con un sombrero rojo que ni haga juego,
ni me quede bien,
y me gastaré el dinero de mi jubilación
en coñac y guantes de verano,
y sandalias de raso.
Y diré que no hay dinero para mantequilla.
Me sentaré en el pavimento
cuando esté cansada
y devoraré muestras de las tiendas
y oprimiré los botones de alarma
y rasparé con mi bastón los barandales de las calles.
Y compensaré la austeridad de mi lejana juventud.
Saldré a caminar bajo la lluvia en zapatillas,
y arrancaré flores de jardines ajenos
y aprenderé a escupir…
Pero, tal vez debiera practicar un poco todo eso desde ahora.
Así la gente que me conoce no se asombrará,
ni se escandalizará al ver que, de pronto,
soy vieja y me empiezo a vestir de morado.Jenny Joseph ( Birmingham, Inglaterra, 1932). Periodista y poeta.