martes, 24 de junio de 2014

La gallinita ciega ¿dónde voy? Cambio de restaurante

Además de una convocatoria larga, esta vez también va de despiste.
He tenido que cambiar el lugar, lo siento, todo por no guiarme de mi primera idea.
El lugar elegido se llama CALENDA, no hemos cenado allí nunca. Yo he ido una vez y me pareció el sitio ideal para alguna cena del grupo.
Está en el Adarve del Padre Rosalío nº 14. Para las que no hayais ido nunca, se llega muy bien porque está cerca del restaurante Puerta de Mérida, pero al fondo de la calle, cerca de las Carmelitas antiguas. El horario de la cena igual.
Siento el cambio, pero el entorno es igualmente precioso

lunes, 23 de junio de 2014

Nuestra cena de verano

Esta semana es nuestra “Cena de verano”, no quiero llamarla última, aunque lo sea, teniendo en cuenta que la mayoría de nosotras nos seguimos rigiendo por el año escolar que condiciona el funcionamiento de nuestros hogares.
Como os decía, esta semana tenemos programada nuestra cena. En la anterior me dijisteis que buscara una terraza, jardín, etc. algo especial para hacernos la foto del grupo. Yo, fiel a vuestros deseos, he intentado buscar un lugar así, pero (siempre hay un pero) soy una fiel seguidora del hombre del tiempo de la 3 (el Sr. Brasero) y auguraba tormentas y bajadas de temperatura para esta semana. Me ha dado miedo concertar un sitio al aire libre. La posibilidad de distinas catástrofes climatológicas que predecían para esta semana me ha hecho ser conservadora.
Además, tenía que buscar un marco bonito para la foto del grupo. Un escenario en el que destaque nuestra alegría y entusiasmo por volver a estar juntas y sentirnos queridas...
Por todo ello, os informo que he reservado en la "Torre de Sande": un marco precioso, pero "arrecogías" para protegernos de la intemperie.
Podemos ir llegando a las 9,15 para ponernos al día de nuestras vidas y comenzar a cenar a las 21,30h. Espero que os guste la elección.
Para las que no estáis muy animadas con el libro, os "copio-pego" un análisis que me ha gustado y comparto, lo he encontrado en un blog y lo podemos comentar en la cena:
El libro se estructura sobre monólogos. A través del diálogo interior de los personajes conocemos los hechos que suceden en la novela y nos hacemos idea de la personalidad de cada uno de ellos. Uno de las pocas cosas que, a mi parecer, se le pueden reprochar a este libro es que el tono y el lenguaje de todos los personajes es muy parecido. Sin embargo, dado que el libro está muy bien estructurado en capítulos y que las historias son radicalmente distintas, no se pierde el lector en la narración. La elección del monólogo como técnica narrativa tiene la ventaja de que algunas cuestiones que no quedan resueltas tienen la justificación literaria de que no lo están tampoco para el personaje que, por tanto, no tiene por qué aclararlas, cosa que sí podría reprochársele a Krauss si su narrador fuese una tercera persona omnisciente. Se trata de un libro denso, concienzudo en la narración, en la que la autora no escatima ningún detalle para relatarnos con minuciosidad cualquier dato que pueda aportar más a nuestro conocimiento sobre el personaje, aunque siempre este juicio estará condicionado al ser el monólogo la técnica narrativa elegida y el propio personaje el que nos habla a través de su propia percepción de los hechos. En todo caso, la novela absorbe por el atractivo de las historias que en ella se desarrollan y por el carisma de los personajes, todos con un mundo interior muy rico y en constante conflicto personal, como suele ser habitual en los libros de Krauss. latormentaenunvaso/blogspot.com

jueves, 5 de junio de 2014

John Banville: PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS


El irlandés, uno de los grandes estilistas de la lengua inglesa, premio Príncipe de Asturias de las Letras . El autor de 'El mar' y 'Antigua luz' tiene una doble personalidad bajo el seudónimo de Benjamin Black.

Imposible saber lo que el Príncipe de Asturias, que a las alturas en que se dé el próximo mes de octubre podría pasar a ser Princesita de Asturias, ha premiado exactamente al distinguir a John Banville (Wexford, Irlanda, 1948), porque en su interior se esconden no pocas personalidades. La primera e indiscutible es la del más grande escritor irlandés vivo --con el permiso de William Trevor-- y el mejor estilista de la lengua inglesa, alguien que elabora su sinuosa prosa a conciencia y a mano. Luego está su alter ego, su "hermano gemelo idiota" como le gusta llamarlo, Benjamin Black, con el que ha firmado novelas policiacas, que es un artesano preocupado por la claridad expositiva capaz de teclear sus novelas en el trasbordo de dos aviones. Pero ni siquiera el carácter aparentemente sencillo y accesible de Black está libre de complejidades porque como tal ha firmado un excelente pastiche chandleriano, La rubia de ojos negros . También es un respetado y exigente crítico literario --lo que siendo escritor a su vez le ha granjeado más de un enemigo-- e incluso ha firmado algún guion de cine, como Albert Nobbs , a las órdenes de Rodrigo García, el hijo de García Márquez.
De todas formas, la persona que atiende al teléfono de su domicilio en Dublín es una sola, irónicamente alegre porque sus lectores españoles y el premio le han demostrado que en España tiene una reputación mayor que la que goza en su propio país. "Estoy encantado con este reconocimiento y me siento muy orgulloso, por supuesto". Para el autor, de quien el jurado ha destacado su capacidad para la "reflexión sobre los secretos del corazón humano", escribir es algo tan natural como la propia respiración. Le sobra tanta energía artística cuando aborda sus novelas serias --y ahí están las extraordinarias El mar , que le valió el premio Booker y le puso en primer término del panorama internacional, Los infinitos o Antigua luz -- que se ve obligado a desbordarse en historias de género, a imitación de su querido Simenon. "He estado escribiendo durante medio siglo y así voy a seguir. Es una manera de aprender todo el tiempo y siento que ahora, cuando tengo sesenta y muchos años, es cuando estoy empezando a saber escribir".
Banville nació en Wexford, un pueblecito del que suele decir que no intentó aprenderse los nombres de las calles porque quería salir de allí lo más deprisa posible. Se crió casi como hijo único porque sus hermanos ya eran mayores y pronto, como acabaría haciendo él mismo, se marcharon de casa. El relámpago que marcó su vocación vino con la lectura de los cuentos de Dublineses de Joyce y el posterior intento de imitarlos en la vieja máquina de escribir de su tía. Pero no solo eso: por aquellos años también desechó convertirse en pintor. No quiso ir la universidad porque allí, decía, no le iban a enseñar nada. Optó por la vida y el periodismo, siguiendo el ejemplo de Graham Greene, que solía decir que el mejor trabajo para un escritor era ser editor de cierre en un periódico, porque te permitía escribir durante el día. En 1970 apareció su primer libro de relatos y se convirtió en un domesticado novelista irlandés, un poco costumbrista, "La lengua irlandesa es muy poética --dice Banville intentado dar una explicación a por qué hay tantos buenos escritores en su país-- e incluso ahora seguimos sintiéndonos extraños en la lengua inglesa y eso es porque continuamente estamos examinándola". De la etiqueta irlandesa, el autor acabaría desembarazándose con una serie de biografías universales y literarias de científicos entre las que se contaban Copernico, Kepler y La carta de Newton , en las que ya se apreciaba lo que va a acabar siendo su férreo control del lenguaje.
En 1997, con la salida de El intocable , el gran pope de la crítica George Steiner lo saludó como el novelista inglés más inteligente. Diez años antes El libro de las pruebas le había consolidado en su país, un consenso que se amplió fuera de las fronteras británicas con El mar , que muchos consideran su obra maestra.
Muy discreto con su vida privada, reacio a admitir que en algunas de sus novelas podrían filtrarse episodios autobiográficos -- "Cuando me levanto de mi escritorio, todo lo que escrito se vuelve ajeno"-- Banville tiene cuatro hijos de dos matrimonios distintos. Su primera esposa, Patricia Quinn, fue directora del Consejo de las Artes de Irlanda y la actual, la norteamericana Janet Dunham, le ha obligado a viajar periódicamente a Estados Unidos, algo a lo que él se resiste porque es uno de esos raros autores irlandeses --nada que ver con los trasterrados Joyce o Beckett-- que no conciben estar alejados de su país y adoran su mal tiempo y su lluvia permanente.
FIESTA Y RESACA Desde el otro lado del hilo telefónico, Banville habla de Irlanda, de sus espejismos de progreso rotos por la crisis: "Hemos sufrido mucho y vamos a seguir haciéndolo, pero al mismo tiempo hay algo bueno en lo que ha ocurrido. Hemos madurado. Hemos tenido diez años de fiesta y ahora viene la resaca. Hemos admitido que somos nosotros los que hemos causado los problemas que tenemos por nuestra avaricia y nuestra estupidez".
Pero hoy toca celebrar el premio, recordar los buenos ratos de tantos viajes a España, acordarse del Quijote, que por fogoso y por soñador bien podría ser irlandés, e ir a celebrarlo en un buen restaurante de Dublín con los amigos. "No nos va a faltar una botella de vino español".