domingo, 25 de mayo de 2008

Otro cuento de Pilar Galán

SEPTIEMBRE




(...) Porque no se puede ser feliz en este tiempo muerto y lentísimo,
el indeseable paréntesis entre una vida que ya es mentira
y otra que no acaba de ser verdad del todo.
Ningún destino es tan ingrato
como el de las personas condenadas a vivir
eternamente en septiembre.
(A. Grandes)



Pilar Galán


La casa está fría. Hay nubes deshilachadas, borrones grises, flecos azules a través de la persiana. La luz se cuela aún como polen de oro, cada vez con menos fuerza, como si presintiera ya el otoño.

La siesta no nos ha hecho bien. Luis se ha levantado con el ceño fruncido, con ese gesto tan suyo de estar enfadado con todos. Ana no quiere tomarse la leche. Lloriquea aún desde la cocina, quiere empezar a andar sobre el suelo frío. Anoche tosió un par de veces, a tientas en la madrugada aparecieron por fin los edredones.

La piscina se ha puesto verde. Flotan bolsas de plástico, alguna silla, el césped se adueña ahora de todos los rincones. Luis pregunta por las ranas. Una y otra vez, cientos de veces, tironea de mi falda hasta que atrae mi atención. Las ranas, cuándo vuelven las ranas, están ya las ranas en el agua sucia, en esa agua tan sucia ya que no ve ni el fondo, podemos bajar a ver las ranas, mamá por favor. Ana llora.

Las pastillas dejan la lengua resacosa y dura. Los ojos pesan, pesa la tarde entera cada vez más cerca de la noche. Aún hay que lavarse la cara, tomarse un café, coger el coche, comprar los libros.

Milagrosamente, a las seis en punto estamos ya abajo. La portera nos mira como a recién nacidos, con esa ternura tan dulce de las mujeres mayores. Los ha abrigado usted mucho, me dice. Luego engaña el tiempo, veranillo de San Miguel, veranillo de los membrillos. No tengo fuerzas para hablar del tiempo. Recojo el correo. Tampoco hoy ha escrito. No sirven de nada los conjuros mágicos ni retrasar el momento hasta la tarde. El hueco del buzón saluda desde las once de la mañana.

Hay tráfico ya. Luis pregunta cuánto tiempo tardaremos en llegar al hiper. Ana le imita. Luis le pega un manotazo en la boca. Desde el espejo retrovisor se ven las cosas como en un cine, como si no estuvieran pasando.

Pongo la radio. Suena por enésima vez la canción del verano. Atrás los dos se desgañitan. Acabarán pegándose otra vez, cuando se acabe. Por suerte, luego viene la segunda canción del verano, y luego la tercera. Sus voces me llegan desde otro mundo.

Intento mantener la concentración. Como en la autoescuela. Sólo mirar al frente y a los espejos. No desviar la mirada ni un segundo. Si una avispa entra en el coche, bajar la ventanilla con cuidado, sin dar manotazos. Si nos pica, señalizar la maniobra y apartar el coche hasta el arcén.

Doy un manotazo a Luis. Cambio la cinta, me peino, en el semáforo en rojo me pinto un poco la raya. Me pita el de atrás. Ahora se me cala, verás tú cómo se me cala. Menos mal que me he puesto las zapatillas de deporte. Rebobino la cinta, subo el volumen, le paso a Ana el muñequito rosa. Me incorporo por fin a la autovía. Me pongo el cinturón de seguridad. Estoy suspensa, es lo primero que tendría que haber hecho. Bajo el seguro del coche. Estoy a punto de estrellarme con un camión. Ha empezado a llover.

Toda la ciudad ha decidido salir a comprar los libros esta tarde. Seguro. Podríamos haber ido en autobús. Me lo dijo mamá. Hija, no te arriesgues tanto, que vas con esas dos criaturas.
—Tres criaturas, mamá, , eso es lo que somos. Una madre asustada y dos hijos llorones.

Mamá no sabe aparcar, dice Luis, con su voz de hombre. Le miro con odio por el retrovisor. No sabe aparcar, no sabe aparcar, canta. Ana ha empezado a seguir la melodía. Podría echarme a llorar ahora mismo, dejar el coche en mitad de la explanada, con las puertas abiertas y mis hijos dentro, y correr bajo la lluvia, como cuando era niña, exactamente igual, sentir las gotas resbalando por mi pelo, saborearlas, pisar charcos, volver a casa con las piernas empapadas, sabiendo que me espera un vaso de leche caliente y dos azotes.

En vez de eso, cuento hasta diez y sigo dando vueltas sin sentido. Aparco por fin en la otra punta de la puerta de entrada. Me miro en el espejo orgullosa de mi hazaña. Estoy horrible. Parece que me he echado encima veinte años.

Lo primero que me levanta dolor de cabeza es el ruido de la gente. Todos en procesión en busca de los libros. Luego, la música de las narices. Julio Iglesias a todo volumen. Ana arrastra los pies.

Hay una cola enorme para recoger los libros. Jugamos a contar niños, jugamos a adivinar colores, jugamos al veo-veo. Luis dice que se aburre. Que quiere ir a ver juguetes. Por megafonía anuncian que regalan el forro para los libros de texto. También hay ofertas de pescado. Ana dice que tiene hambre. Me deseo la muerte. Me llevo deseando la muerte desde las seis de la tarde.

A las ocho y media tengo todos los libros en la mano. Conocimiento del medio, Matemáticas, mi primer diccionario. Luis los abre sin cuidado alguno, pasa las páginas con sus dedos negros de arrastrarse por los suelos. Intento reñirle, pero no quiero gastar fuerzas innecesarias. Total, van a acabar despanzurrados por su cartera dentro de una semana.

Compro leche condensada, galletas, pepinillos, cerveza, una botella de vino blanco, pizzas variadas, patés. Los niños están emocionados con la cena. Yo también. Pienso ponerme a morir de pepinillos en cuanto se acuesten.

Sigue lloviendo. Ahora hace frío y la noche se extiende por encima de las luces de neón de las ofertas. Saco el coche sin rozar la pared. Luis aplaude. Riño a Ana para que no se duerma, por favor, bonita, que tengo que bañarte, que tienes que cenar, que si no te dan las dos y mamá trabaja mañana. Le canto, pongo música, digo a mi hijo que le pegue de vez en cuando un manotazo. Lo hace encantado.

Llego a casa cargada de bolsas. Huele a naftalina, a septiembre, a forro de libro nuevo. Tengo que contenerme para no llorar. No hay luz cuando entramos. El salón está más vacío que nunca. Las plantas hacen sombras raras en los rincones.

Pongo los dibujos, baño a la niña, más dibujos, Luis hace el idiota en la bañera. Se llenan los pijamas de queso fundido, de salchichas con tomate. Ana unta en sueños su dedo en leche condensada. Protestan un poco aún. Luego caen rendidos.

A las once en punto, en mitad de mi atracón de pepinillos, suena el teléfono. Miguel quiere saber cómo están sus hijos. Hablamos despacio, muy educados. Me pregunta también por el coche, si he vuelto a rozarlo, si soy ya capaz de entrarlo en el garaje. Cuento hasta veinte antes de contestar. Oigo su respiración al otro lado.

Dice que puede encargarse él de lo de los libros. Le digo que no lo dudo, pero que da la casualidad de que ya los hemos comprado. Parece fascinarle que haya sido tan aventurera como para adentrarme en el territorio prohibido del hiper.

Le pregunto por el trabajo. Dice que trabaja mucho. Como siempre, se me escapa. Sé que me ha oído y que cuenta a su vez para no estallar. Se le escapa a él también preguntarme por todo en general, qué tal van tus cosas, murmura. Mientras intento contestar oigo la tos de Ana desde el pasillo. Bien, como siempre, también, ya sabes. Y me muerdo la lengua porque sé que sabe, porque me está viendo sola en su casa de antes, un poco borracha de cerveza y vino blanco, un poco asqueada de tanto pepinillo, y le gustaría decirme con su voz de hombre, al otro lado, puedo ir a ver a los niños esta noche, aunque sepa muy bien qué hora es, siempre lo ha sabido, que a las once los niños duermen hace mucho, y no esperan a que el señor importante vuelva del trabajo para contar cuentos.

Sé que está esperando una señal, que me derrumbe, que le diga con voz pastosa que no puedo más, que se me caló el coche en el semáforo, que olvidé comprar el libro de ciencias, que estoy ya llorando a moco tendido delante del forro maldito que no se deja cortar, y me estoy llenando los dedos de plástico transparente, y me aburre enormemente hojear tanto contenido para aprender a hacer los deberes, partes de la tierra, funciones del lenguaje, diferencias entre climas...

Pero cuento hasta diez y le digo que van bien las cosas, todo lo bien que pueden ir, que se cuide, que ahora tiene que empezar a hacer frío y septiembre es un mes muy traicionero. Y le imagino en su cocina blanca, impoluta, encendiendo un cigarro más antes de colgarse al teléfono con su madre o con su jefe, o con quien sea, mientras la cocina sigue limpia y no hay ninguna imbécil que le haga la cena. Le digo también lo del veranillo de San Miguel y lo de los membrillos. Y cuelgo, acto seguido, porque ya las lágrimas se acumulan en los ojos, y hay un temblor absurdo en la garganta, y me arde el estómago con los pepinillos, y me duele la cabeza con el vino, y Ana cada vez tose más.

Y lloro, a lágrima viva, tirada en el sofá, como una niña. Porque es septiembre, porque huele a libro y forro nuevo, a patio de colegio, leche condensada y comidas de madre. Porque no hay nadie que me explique por qué no escribe, por qué se empeña en hacerse el fuerte y el distante.

Me tomo dos pastillas. No hay que mezclarlas con alcohol, dice la voz protectora de mi madre. Me da igual, mamá. Tampoco estás aquí para pasarme la mano por el pelo, para llamarme bonita y explicarme qué salió mal después de todo, si me casé con el hombre que yo amaba, si tuve dos hijos preciosos y un trabajo, un piso, el carné de conducir sin coger el coche, si era la envidia de todas mis amigas, si todos le adoraban. A ver por qué hija tuviste que conocer a ese otro, estar a punto de perder tus hijos, cariño, con lo querían a su padre, una vida estable, toda la vida por delante.

Se me va la cabeza. Hablo sola. No tengo ganas de contestarte, mamá, de verdad que no, otra noche más no. Ya hemos hablado bastante. No me vuelvas a decir que hay que aguantar, que todos los hombres son iguales. No entiendes nada. Quiero estar sola. Quiero vivir sola.

Ana tose más fuerte. Me duele todo. El suelo está frío bajo mis pies descalzos.

Avanzo a tientas por el pasillo. No quiero ver en ningún sitio el reflejo de la ausencia.

Me tumbo al lado de mi hija, al lado de su cuerpo caliente de vainilla y chocolate. La abrazo fuerte, le doy besitos, le digo bajo que ya estoy aquí para cuidarla, porque soy mamá, y tú eres pequeña, y ahora puedo cuidarte, luego no.

Ya estoy llorando otra vez, como una idiota. Por cuidar, por no ser cuidada, por las noches y las tardes como hoy, por el miedo que me da conducir, porque quiero vivir sola, porque también quiero vivir con él.

Y, mientras acaricio a Ana, muy despacio, imagino que también a mí me tocan, que me pasan la mano por el pelo, que me dan besos, que me abrazan. Que alguien, quien sea, me dice que es normal estar asustada, el otoño y todo eso, que qué valiente has sido con el coche, que no te agobies si no escribe, nada importa, sólo tú y tus hijos.

Al compás de esa voz me voy quedando dormida, poco a poco. Mañana habrá carta en el buzón, seguro, y dejará de llover, y no habrá tráfico. Anita se pondrá bien y Luis no pegará a nadie en el colegio. Ya verás cómo sí.

Sin embargo, justo antes de perder del todo la consciencia, en mitad del silencio de la casa, sientes el frío de septiembre, el aire de la noche que arrastra la luz y el polen de oro.

Y te duermes, por fin, sabiendo definitivamente que mañana no va a ser otro día.

viernes, 16 de mayo de 2008

Cena del 15 de Mayo con "Claus y Lucas"

En una noche lluviosa, pero de calma se reunieron 10 mujeres en El callejón del Gato. Aunque el propósito de la enmienda de este grupo, aprendiendo de nuestras compañeras sevillanas, era comentar el libro al principio de la cena, anoche fue imposible.
Teníamos tanto que decir de nuestras impresiones y sentimientos después del encuentro SE-CC, sobre todo para las que no pudieron estar, que gran parte de la cena estuvimos hablando de ello, con un cariño y sonrisa en los labios que refleja el encanto especial que tuvo aquel día, y que tan bien relató Maite en el blog. Mi agradecimiento a las que lo organizaron y lo hicieron posible.

Sin embargo, sí hablamos del libro, a la mayoría le había gustado, una parte más que otra, y todas estábamos de acuerdo en la dureza del relato, pero con una forma de escribir que no se regodea en los hechos que narra, por lo que te sorprende que es un libro fácil de leer. Creo que la propia autora, en la entrevista que está colgada en el blog define muy bien su forma de escribir, y dice literalmente: "Mi forma de escribir viene del teatro. Diálogo puro. Lo justo, sin relleno, sin grasa" Todas también estábamos de acuerdo en la amargura, desolación de los personajes, reflejo de la propia autora. La tragedia de los dos hermanos hace que, a pesar de lo que cuentan, sea imposible odiarlos.
También quedó un poco en el aire y no profundizamos mucho en cuál era la historia real y cuál mentira, qué personajes existieron y cuáles no, sobre todo para saber qué parte del relato pertenece a cada hermano.
Y, por supuesto, hablamos de nuestro viaje a Sevilla, ya nos entró el gusanillo en el cuerpo, si vamos solas o con la familia y el deseo de que podamos ir la mayoría de nosotras, sería estupendo!!!.






Y por último, hemos indicado la fecha de la próxima cena, última antes del verano, será el 12 de junio, la organiza Verónica y el Libro : "La ladrona de libros", un libro´, según algunas un poco light, pero estábamos de acuerdo en la necesidad de leer algo menos duro.
Espero haber transmitido la cena de anoche, y el ambientillo... fenomenal. Un beso y BUEN DÍA A TODAS

Publicado por Maite porque a Rosa C se le han fundido los plomos del ordenador (transcripción exactísima, tipo corta y pega, de lo que ella ha escrito)

Claus y Lucas

Anoche día de San Isidro, cenamos con Claus y Lucas de fondo. Un libro que aunque, según Carmina y Rosa, no fue un libro que disfrutaron leyendo, creo que nos ha demostrado a todas que existe otro tipo de literatura que nos puede enseñar mucho. A la mayoría del grupo nos gustó, y mucho. Lenguaje duro, seco, oraciones y capítulos cortos, sin adjetivos que adornen y recreen, pero relamente un lenguaje muy muy expresivo. En ocasiones afloran los sentimientos del lector o lectora, compasión, pena, alegría, ...
En fin, mi recomendación es leerlo sin duda. Es otra cosa y en esto sí que coincidimos todas.
Un beso para Sevilla y Cáceres

miércoles, 14 de mayo de 2008

Convocatoria de la cena del Jueves 15: Lugar X-hora H

Como Rosa C va por libre, y dudo mucho que cuelgue la convocatoria en el blog, me he tomado la libertad de transcribir aquí el correo electrónico que me ha llegado hoy, y que supongo que todas habréis recibido, cuyo asunto es: "lugar X-horaH"
Me falta terminar de confirmar el sitio, porque después del Womad los restaurantes no abren a al hora que dicen (vamos, no abren) y no tenía el teléfono de contacto.
He elegido "El callejón del gato" en la calle Pizarro (donde estuvo el brasileño, lo lleva Vicki). Nos puede cerrar el restaurante y estar solas, pero como ayer no abrió y hoy he ido y no estaba ella, he vuelto a quedar esta noche para cerrar el tema. Una cena informal, de compartir por 20 € (creo que no está mal).
Hablé ayer con Mª Luisa, que la teníamos que avisar, me comentó que ha intentado contactar con nosotras, pero no se quedó con el número de ninguna para decirnos que no encontraba el libro, que lo ha estado buscando por todas las librerías y que como no ha podido leérselo, que le da corte ir a la cena así, que si no nos importa, que la invitemos para la próxima y que pueda llevar el libro leído, ya me ha dado su correo electrónico. Como podéis comprender, le he dicho que no se preocupe, que la entiendo y que la avisaremos. Bueno, esta tarde hago ronda de llamadas y os confirmo. Por cierto, no descarto la idea de Maite de hacer un Botellón. Un beso
(Lo del botellón es en respuesta a un correo mío en el que le decía que dada la falta de noticias sobre el lugar de la cena, podría organizar un botellón en la plaza)

domingo, 11 de mayo de 2008

I Encuentro Sevilla-Cáceres

Acabo de levantarme, y aún con esa pereza de domingo sin obligaciones en el cuerpo, me siento en el ordenador, para escribir y describir en magnífico día de ayer, antes de que las pocas neuronas funcionantes de mi cerebro se declaren en huelga y no recuerde la mitad de las cosas (nuestro grupo, a pesar del ejemplo de las de “Hoy libro”, sigue sin tomar ni una sola nota).
El fin semana empezó el viernes por la noche y hay planeada una visita al Museo Guayasamin para el domingo. Como no he podido ir (obligaciones familiares que tiene una), espero que alguna asistente de las afincadas en Cáceres complete esta entrada.
He colocado alguna foto puntual en este comentario, pero el grueso esta colgado debajo de las fotos de la cena con Dulce (vamos sumando acontecimientos). Añadiré las que me manden Rosa, que estrenaba cámara, y vaya usted a saber, y Julia que hizo un montón, con primeros planos de todas y de la que me fío bastante más. La fotógrafa del grupo de Sevilla fue destituida del cargo. Les prestaremos nuestro reportaje gráfico


A las diez menos cinco de la mañana estamos Bea, Marga y yo en el arco de la estrella, para empezar la visita guiada a la ciudad monumental. Poco a poco van llegando las familias sevillanas (parejas e hijos incluidos), con bastante puntualidad, dadas las circunstancias (la multitud de niños que traían sobre todo). Los niños más pequeños aparecen enfundados en las camisetas de “Caceres capital cultural 2016” que ha conseguido Bea. Tocan besos y presentaciones. Sus nombres me bailan, a pesar de repetirlos cientos de veces, otro dato que corrobora mi decadencia neuronal, así que espero no equivocarme de aquí en adelante.

Con ojos somnolientos se presenta nuestra magnífica guía, Milagros, amiga de Emma y Bea, que nos acompaña por la parte antigua con comentarios ágiles, amenos y salpicados de gracia. Hay que decir que contó con una ayuda inestimable, que ningún otro grupo había aportado hasta el momento: un masajista profesional que periódicamente aliviaba la tensión de su espalda, así qué, relajada, nos paseó por los palacios, las calles y el aljibe.




Aquí tenéis al subgrupo femenino adulto. Las tres adolescentes caminaban apartadas, y probablemente avergonzadas de sus mayores, los niños a su aire (excepto uno que aparece en la imagen y no controlo de quién es hijo) y los hombres se retiraron gentilmente, e hicieron las fotos, dando protagonismo a las mujeres presentes en aquel momento, que por orden, de izquierda a derecha somos: Pilar (Pililebe), Milagros, Bea, Cristina, Emma, Marga (Cáceres), Ángela, Maite (yo), Elena, Isabel, Pepa y Marga (Sevilla).

Poco después se unen al grupo Pilar Bacas, encantada, y con un pelo perfecto recién horneado en la peluquería, y Ángeles que ha madrugado y a las 12 de la mañana está en Cáceres, a tiempo para que su familia se vaya con el grupo de padres y niños a Los Barruecos, para un bucólico paseo en burro por los canchales. Como estamos un poco cansadas y hace un poco de frío (yo me había puesto una chaqueta de primavera-verano, monísima pero heladora) nos vamos a tomar una cerveza al antiguo Hotel Meliá (todavía no me he aprendido el nombre nuevo)- Algunas (las sevillanas y Emma, que no puede resistirse a esas cosas) hacen una parada previa en la tienda de enfrente, y aparecen adornadas con collares, pendientes y broches multicolores.

Ya son cerca de las 2 (hora de la comida) y se unen al grupo las tres sevillanas que faltan: Rocío (también llamada Julia Carlota, pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión), María (Sur) y Maria del Mar. Para que podáis poner las cara a los nombres he numerado en la foto a las que no aparecen en la anterior: Rocio (1), Angeles(2), Maria (sur) (3) y Mª del Mar (4)
Cruzamos la calle y llegamos al restaurante “El Figón”, el de siempre de Cáceres de toda la vida. Aparecen las tres cacereñas que faltan: Isamari, y Julia a su hora y Rosa, corriendo como siempre, porque ella pensaba que el restaurante era otro, enfrente de su casa, y se le echó el tiempo encima. Bea y Emma habían conseguido, trabajándose al camarero , una mesa “cuasi cuadrada” (es decir, rectangular), en un reservado, y la verdad, para ser diecinueve, más o menos (con algunas protestas de las más cercanas a la puerta, que no oían del todo bien), nos pudimos entender y todo discurrió con un cierto orden.




Lo primero primero : cantamos otra vez nuestros nombres en alto; firmamos en el libro de actas de “Hoy libro”, un coqueto cuaderno entelado en rosa fucsia, con el logo en la portada e intercambiamos marcapáginas.
Lo segundo, dirigido suavemente por Marga-Sevilla: el comentario del cuento: Seguro que en el blog de “Hoy libro” aparece pormenorizado. Yo haré sólo un repaso general. Bartleby, el Escribiente de Herman Melville. Como un clásico que es, algunas (yo entre ellas) pensamos que en el lenguaje se nota la época y los años, y eso lo hace denso. Cristina apunta que el ser un relato publicado por entregas en un periódico explica el carácter a veces reiterativo. La mayoría ve la historia como una fábula, aunque Rosa discrepa, porque según ella, en la administración, se ha encontrado con tipos superponibles (claro que nadie creyó que llegaran al punto de vivir en la oficina) Los personajes están fantásticamente descritos y “explicados”, salvo el escribiente, que aparece como un fantasma. Y con un protagonista fundamental, el abogado. Julia cree que sus reacciones a lo largo de la historia nos enfrentan con nuestras propias respuestas ante personas similares (no tan extremas, por supuesto). El cuento ha sido catalogado como unos de los primeros relatos existencialistas, y para Rocio y Pilar Bacas, lo mejor es el párrafo final, ese hombre trabajando en el departamento de Cartas Muertas, y dejandose luego morir encarcelado.
Se fija la segunda reunión Sevilla-Cáceres para el fin de Semana del 3-4-5 de Octubre. Hay tiempo, por favor, haced un hueco en vuestras agendas, va a resultar divertido y enriquecedor, se van a volcar con nosotras (su entusiasmo es apabullante), ellas ha venido ONCE, así que, fuera pereza, fuera compromisos (excepto los ineludibles), y vámonos todas. La lectura para ese día ha sido propuesta por Pilar Bacas (como escritora presente en el encuentro) El libro se titula “Una letra femenina azul pálido” de Franz Werfel .Os transcribo una sinopsis que he encontrado:

“Viena, 1936. Un alto funcionario del ministerio, casado con una bella y rica dama vienesa, abre una carta. Reconoce la letra azul pálido del sobre y esa caligrafía se hunde en su rutilante vida como un cuchillo y la disloca de inmediato. Es la letra de una mujer, un amor imposible del pasado, tal vez el único verdadero de toda su vida, y la carta habla de un chico, acaso un hijo ignorado. Esta magistral novela, escrita en 1941 y rescatada ahora con extraordinario éxito en varios países europeos, es un agudo retrato psicológico de un hombre con el «corazón destrozado», de una víctima de su propia cobardía, y un amargo y contundente análisis de la sociedad que ha ahogado su pasión.”

En el apartado final, ruegos y preguntas, Pilar Bacas nos pide el título de algún libro que nos hubiera gustado especialmente a lo largo de nuestra vida. Ha salido una lista que espero que algún día cuelgue en el blog. Luego, relato extenso de quienes somos, cómo nos conocimos, cómo nos organizamos, como elegimos el libro…Lo nuestro nos lo sabemos. Os hago un resumen de su historia. Parten de un “kit básico”, de seis amigas-vecinas-lectoras, y cada una de ellas, ha ido llamando a otras, hasta formar un grupo de quince, que nunca coinciden al completo (una de ellas por ejemplo, hermana de Marga, acude cuando puede expresamente a las cenas desde La Coruña, en avión, con vuelos baratos), cada una de ellas lleva un libro para recomendar, que de ahora en adelante deberán haber leído previamente, para garantizar mínimamente la calidad (han tenido algún tropezón, como nosotras). En la cena comentan el libro al principio, como hemos podido comprobar en esta comida, es una buena idea, te pilla fresca y los comentarios son más extensos y jugosos, propongo que nosotras lo incorporemos también como norma (que podremos romper siempre que queramos, no faltaba más).
A las 5 de la tarde, los camareros no echan amablemente, y nos vamos a La Fontana a tomar una copa (con o sin alcohol, de todo hubo), mas cotilleos en grupos pequeños, y para terminar un colofón inigualable: Pilar Bacas, nos invita a subir a casa de su madre (92 años muy bien llevados), para escuchar una pequeño concierto de piano, Allí nos sentamos las diecinueve, aplaudiendo encantadas, mientras ella tocaba el piano, sin audífono y sin gafas. Todo un reto. En esas estamos cuando llaman a la puerta. Es una amiga de la madre de Pilar, más joven, sólo tiene 74. Nos cuenta su vida como estudiante, trabajadora y concejala, en una época en la que a las mujeres de esta ciudad provinciana sólo se les permitía soñar con el matrimonio y los hijos. Las dos participaron muy activamente en la asociación de viudas de Cáceres. (presidenta y secretaría si no recuerdo mal). “Viajamos muchísimo” dice, entre risas, la madre de Pilar. Y nos vamos.
¿Alguien da más?

jueves, 8 de mayo de 2008

VISITA SEVILLA-CÁCERES: 9/11 DE MAYO 2008

Chicas, nuestras compis de Sevilla tiene una no, dos entradas para la visita/hermanamiento Sevilla-Cáceres, así que aquí va la nuestra y así os detallo lo que más o menos tenemos programado. De entrada el pronóstico del tiempo no es excesivamente bueno, pero ya están los huevos en Las Claras. Con lo bonito que es Cáceres, solo falta que además de jaimas, tenderetes, malabares.... encontrarnos con paraguas. Ya sé que hace falta para el campo, las alergias.... vale, pero si empieza a llover el lunes tampoco pasaría nada, no??? El programa es más o menos como sigue:Viernes: llegada de participantes y familia - tiempo libre para visitar la ciudad, womad o lo que quieran. Estamos a vuestra disposiciónSábado: 10,00 encuentro en Arco de la Estrella con la guía para visitar la ciudad monumental. Cuidadín con pisar a alguien que esté durmiendo, descansando.... y el perro acompañante. Esta gente es la mar de simpática y luego gusta verles por la noche bailando, pululando o con rata en el hombro( que digo yo que la que se veía el año pasado, ya estará grande, no??)A las 12,00 o así, volveremos a pasar por el Arco de la Estrella por si alguna se quiere reenganchar e intentaremos ver alguna cosilla de Foro Sur que se ha quedado expuesta por la parte antigua. (Merece la pena)A las 14,00: Encuentro literario-gastronómico En el Figón de Eustaquio (cómo suena, eh?) Habrá que llevar los deberes hechos para entre col y col, comentar algo del libro. LLevar vuestras agendas más o menos miradas para poder marcar la fecha de nuestra visita a Sevilla en Sept/Octubre.Domingo: salida hacia la ciudad de destino.Y más o menos esto es todo. Para las que no podeis venir, tomaremos buena nota de todo, haremos fotos para la posteridad y los blogs e intentaremos contaros con detalle este primer encuentro. Aunque es una pena que no estaremos todas para recibir al séquito Sevillano, dejaremos el pabellón Cacereño pero que "mu alto"hasta pronto, un beso.