Cuando sea vieja, vestiré de morado,
con un sombrero rojo que ni haga juego,
ni me quede bien,
y me gastaré el dinero de mi jubilación
en coñac y guantes de verano,
y sandalias de raso.
Y diré que no hay dinero para mantequilla.
Me sentaré en el pavimento
cuando esté cansada
y devoraré muestras de las tiendas
y oprimiré los botones de alarma
y rasparé con mi bastón los barandales de las calles.
Y compensaré la austeridad de mi lejana juventud.
Saldré a caminar bajo la lluvia en zapatillas,
y arrancaré flores de jardines ajenos
y aprenderé a escupir…
Pero, tal vez debiera practicar un poco todo eso desde ahora.
Así la gente que me conoce no se asombrará,
ni se escandalizará al ver que, de pronto,
soy vieja y me empiezo a vestir de morado.Jenny Joseph ( Birmingham, Inglaterra, 1932). Periodista y poeta.
domingo, 24 de octubre de 2010
Desde Guatemala
Hola a todas: estoy muy bien y feliz, todo esto es muy diferente, desde que hay ocho horas de diferencia, hasta el clima, cultura, comidas, violencia, situaciones, trabajo, etc
He descubierto a una cuadra del hotel
una maravillosa librería Sophos
donde se puede tomar un café mientras lees un libro,
escogí por azar, este libro: Demasiados recuerdos, de Annabella Giracca,
por leer algún escritor guatemalteco y mirad lo que he encontrado:
Asturias y Giracca: pasión y rabia por Guatemala
Asturias murió cuando la niñita Giracca aún no vestía minifalda (eso creo, al oír su vehemencia en el Palacio de la Cultura para no hacer folklorismo estético con los mayas y luego leer su prosa volcánica, iniciática).
Se parecen demasiado y no es exageración. Dos prosas fulminantes, ilustradas y populares, que aman como nadie esta tierra arrasada de violencia, como niños que lloran su país y regresan a los sonidos monótonos de las letanías, como un mantra o una oración en los brazos de una abuela que es el refugio en el holocausto final: ilógico, lógico, relógico..canta e ironiza Asturias; nada te turbe, nada te espante, todo se pasa…rememora y ora la Giracca.
Dos prosas fulminantes, ilustradas y populares, que aman como nadie esta tierra arrasada de violencia, como niños que lloran su país y regresan a los sonidos monótonos de las letanías.
La historia de Anabella Giracca de manera inevitable le recuerda a un chileno La casa de los Espíritus de Isabel Allende, novela de mujeres mágicas, de destinos trágicos, con el auge y caída de los sueños redentoristas, con la maldad encarnada, con hombres que son el deseo y la muerte. Pero la Giracca se aparta del realismo mágico, hay menos metáfora, la pluma no se atrapa en lirismo, se vuelve realista, por momentos brutal, en otros lárica, casi bucólica; una narrativa esquizofrénica, que no da tregua, que nos remite a todo claroscuro, que se permite combinar en el mismo párrafo erotismo con horror, la ternura del beso de la muerte.
En otra dimensión, son novelas neo costumbristas, sin criollismo banal. Ambos quieren contarnos los buenos tiempos y hacen desfilar algunos pequeños héroes, en medio del lodazal; sacristanes decentes, indígenas indomables, artistas soberbios, colonos alemanes que se liberan en el trabajo, mujeres que crean, vagabundos con mirada prístina, cocineras del último banquete posible, artistas circenses que huyen a un nuevo mundo, generales que creen en otro orden.
Por no hay escapatoria. El texto parece un epitafio sin salida. Asturias realizó un sarcasmo atroz con los que hacen como que hacen y no hacen nada, mostró la sofisticación y profundidad de las redes de corrupción, la hipocresía, la cobardía y crueldad del abuso de poder, la rescilencia para sobrevivir en la ciudad de los patios interiores. El libro que comenzó a escribir hace casi un siglo tiene la actualidad de una profecía auto-cumplida.
Anabella Giracca nos recuerda la historia que pervive o historia del tiempo presente; un fresco que está demasiado vigente, como si pintara un mural en el cielo arrebolado de Guatemala, un martes gris, de aguacero, de esos que hemos padecidos en este Continente, donde las cabezas cortadas de cuajo conviven con la sonrisa más bella del mundo refugiada en una indígena altiva que luce su huipil colorido, como lo quisiera la Giaconda para semi cubrirse con las flores del jardín imposible del cielo.
Novelas del amor y el extravío, de la pasión por la mater dolorosa que se convierte la Patria, esa palabra manida que sirve de escenario a las historias que no quisiéramos leer, pero allí nos vencieron y conmovieron en lo que sería un breve viaje a Tucumán para oír a Mercedes Soza en mis propios delirios… Miguel Ángel Asturias, el clásico, y Anabella Giracca, la novísima escritora, seguirán asombrando.
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He descubierto a una cuadra del hotel
una maravillosa librería Sophos
donde se puede tomar un café mientras lees un libro,
escogí por azar, este libro: Demasiados recuerdos, de Annabella Giracca,
por leer algún escritor guatemalteco y mirad lo que he encontrado:
Asturias y Giracca: pasión y rabia por Guatemala
Asturias murió cuando la niñita Giracca aún no vestía minifalda (eso creo, al oír su vehemencia en el Palacio de la Cultura para no hacer folklorismo estético con los mayas y luego leer su prosa volcánica, iniciática).
Se parecen demasiado y no es exageración. Dos prosas fulminantes, ilustradas y populares, que aman como nadie esta tierra arrasada de violencia, como niños que lloran su país y regresan a los sonidos monótonos de las letanías, como un mantra o una oración en los brazos de una abuela que es el refugio en el holocausto final: ilógico, lógico, relógico..canta e ironiza Asturias; nada te turbe, nada te espante, todo se pasa…rememora y ora la Giracca.
Dos prosas fulminantes, ilustradas y populares, que aman como nadie esta tierra arrasada de violencia, como niños que lloran su país y regresan a los sonidos monótonos de las letanías.
La historia de Anabella Giracca de manera inevitable le recuerda a un chileno La casa de los Espíritus de Isabel Allende, novela de mujeres mágicas, de destinos trágicos, con el auge y caída de los sueños redentoristas, con la maldad encarnada, con hombres que son el deseo y la muerte. Pero la Giracca se aparta del realismo mágico, hay menos metáfora, la pluma no se atrapa en lirismo, se vuelve realista, por momentos brutal, en otros lárica, casi bucólica; una narrativa esquizofrénica, que no da tregua, que nos remite a todo claroscuro, que se permite combinar en el mismo párrafo erotismo con horror, la ternura del beso de la muerte.
En otra dimensión, son novelas neo costumbristas, sin criollismo banal. Ambos quieren contarnos los buenos tiempos y hacen desfilar algunos pequeños héroes, en medio del lodazal; sacristanes decentes, indígenas indomables, artistas soberbios, colonos alemanes que se liberan en el trabajo, mujeres que crean, vagabundos con mirada prístina, cocineras del último banquete posible, artistas circenses que huyen a un nuevo mundo, generales que creen en otro orden.
Por no hay escapatoria. El texto parece un epitafio sin salida. Asturias realizó un sarcasmo atroz con los que hacen como que hacen y no hacen nada, mostró la sofisticación y profundidad de las redes de corrupción, la hipocresía, la cobardía y crueldad del abuso de poder, la rescilencia para sobrevivir en la ciudad de los patios interiores. El libro que comenzó a escribir hace casi un siglo tiene la actualidad de una profecía auto-cumplida.
Anabella Giracca nos recuerda la historia que pervive o historia del tiempo presente; un fresco que está demasiado vigente, como si pintara un mural en el cielo arrebolado de Guatemala, un martes gris, de aguacero, de esos que hemos padecidos en este Continente, donde las cabezas cortadas de cuajo conviven con la sonrisa más bella del mundo refugiada en una indígena altiva que luce su huipil colorido, como lo quisiera la Giaconda para semi cubrirse con las flores del jardín imposible del cielo.
Novelas del amor y el extravío, de la pasión por la mater dolorosa que se convierte la Patria, esa palabra manida que sirve de escenario a las historias que no quisiéramos leer, pero allí nos vencieron y conmovieron en lo que sería un breve viaje a Tucumán para oír a Mercedes Soza en mis propios delirios… Miguel Ángel Asturias, el clásico, y Anabella Giracca, la novísima escritora, seguirán asombrando.
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8 comentarios:
Hola Marga, me alegro que estés bien. Precioso el texto. estoy segura que cada día que pase descubrirás cosas nuevas maravillosas, no dejes de mantenernos informadas. Prometo a través del correo esribirte más. Un beso muy fuerte y cuidate
¿qué haces tan lejos, Marga? Para las que no estáis tan lejos, ha puesto María Sur una actividad en nuestro blog que puede que os apetezca. Es en lacasabar de Zafra que tan buenos recuerdos nos traen...
Me voy a permitir cambiar un poco unos versos:
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata os requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañeras del alma, compañeras.
No adelanto más, pasaros por nuestro blog y lo véis con vuestros propios ojos...
Marga, yo también me alegro mucho de tener noticias tuyas, y de que además se te vea contenta allí. Seguiremos en contacto. Muchos besos desde "allende los mares".
Hola Cristina: estoy en un Proyecto de Cooperación en el Ministerio de Trabajo, estaré dos meses, vuelvo para Navidades.
Tengo tantas cosas que contar que no se por donde empezar, ya iré escribiendo.
Patoja es joven, me llaman así, tengo el ego supersubido.
Besos a todas,
Hola Marga, que bueno saber de ti. Me alegro mucho que cuentes cositas de esa cultura que para mi es desconocida. Creo que con estos comentarios te sentirás más cerquita y podrás estar informada de todo. Este jueves en el Corregidor nos acordaremos de ti y brindaremos por tu estancia ahí que según cuentas parece muy muy agradable.
Un besito fuerte como dice Julia "allende los mares".
¡qué bien, patojita, ampliando horizontes! nuestra maría sur se nos va a Oxford, tú a Guatemala... ¡anda que no me dais envidia!
Hola Marga!ya veo que estás muy bién y adaptandote estupendamente.Aquí, en la cena del jueves se te echó de menos pero te mencionamos varias veces.
Escribenos y cuentanos cosas de allí que los vayamos conociendo.
Un besazo y ya te escribiré.
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