miércoles, 11 de noviembre de 2009

El Tereré. Desde Paraguay, por Pilar Alamillo

Una de las cosas que, desde el punto de vista de una extranjera, más identifican a los paraguayos es el uso del Tereré. De algún modo creo que les da una seña de identidad con respecto al resto del mundo, quiero decir que, si en un momento dado, se tomase un habitante, o varios, de cada país de la tierra y se les permitiese llevar algo a cada uno, estoy segura de que lo que los paraguayos llevarían sería el Tereré. Si delante de este montón de gente te preguntasen ¿quién puede ser de Paraguay? Los elegirías sin equivocarte.
A estas alturas, estoy segura de que ya os estáis preguntando ¿Qué coño será el Tereré? Seguramente pensaréis que se trata de una prenda de vestir o de un tipo de sombrero, o algo parecido, pero no. El Tereré es algo muy gracioso (o mí me lo parece). Se trata de un cacharro; de un termo grande con asa y una cobertura maravillosamente hortera con dibujos o mensajes al estilo de esos regalitos que dicen “para la mejor abuela” que allí vemos en algún bazar y sobre los que preguntamos si habrá alguien que los compre.
Esta funda está preparada para alojar un termo de dos o tres litros y un vaso que es de distintos materiales, seguramente según el poder adquisitivo de quién lo lleva y una especie de pajita para sorber el líquido. El equipo completo. del Tereré, en total, debe de pesar aproximadamente entre los tres o cuatro quilos y lo lleva todo el mundo en la mano: Obreros, taxistas, señoras que van a la compra, ejecutivos y los niños en cuanto alcanzan el tamaño o la fuerza necesaria para cargar con él. También se llevan a cualquier parte: reuniones ministeriales, por la calle, en el autobús, trabajo, al hacer la compra, cuando hacen deporte. Da lo mismo. El tereré es como un ángel de la guarda, siempre acompaña
En el termo llevan agua fría en la que ponen unas plantas y/o raíces de plantas a las que llaman Yuyos o remedios y que venden a lo largo de la calle o en la puerta de los lugares por las que tiene que pasar mucha gente. Por ejemplo, a la puerta del ministerio de Trabajo, en el que, además de los funcionarios del ministerio, se alojan los sindicatos y está siempre como el metro en hora punta. Estos remedios valen para casi todo y la gente se las pide al vendedor para lo que necesite, que puede ser para el hígado, al artrosis o, incluso para adelgazar. El vendedor, si lo considera oportuno (y con unas manos negras como si acabara de escarbar la tierra) machaca las plantas en un mortero grande o las deja enteras.
Pues bien, como digo, estas plantas se ponen dentro del agua y en el vaso, que creo que se llama pipa, se coloca mate. La historia está en que cada poco, echan agua del termo al mate y van chupando con una pajita metálica, que también según el nivel adquisitivo puede ser desde plata a hojalata. Esto lo llevan a todas partes y se invitan a chupar unos a otros con la misma pajita. Ya se van acostumbrando, pero al principio nos miraban como a extraterrestres cuando, en las reuniones de trabajo, nos excusábamos para no chupar del tereré que nos ofrecían. ¡Menudo asco!
Os cuento esto porque me parece muy llamativo. Realmente, visto desde fuera, parece que llevar tanto peso a cualquier hora es una costumbre rara y muy incómoda, pero por otro lado, si se tiene en cuenta el calor tan fuerte que suele hacer, debe ser un modo bastante efectivo de permanecer hidratados.
La primera vez que entré en el baño del sitio donde trabajo me quedé muy sorprendida porque tienen un cartel en el que dice que para mejor mantenimiento de los servicios “se ruega que no tiren Papeles, Yerba ni Remedios” y que se tire de la cadena. Lo primero que me pregunté fue que qué clase de yerba llevarían al trabajo (ya me habían parecido un poco fumados). Ahora ya sé a que se referían
Y para terminar, como anécdota, os cuento que una de las principales tareas que realiza la secretaria del Director del Servicio de Empleo es cuidar de que a éste no le falte nunca el agua del tereré.

4 comentarios:

Marga dijo...

He publicado este correo de Pilar, previa autorización, porque me parece curioso y está fantásticamente escrito.

Julia Campos dijo...

Parece que estoy viendo su cara tan expresiva y esa risa característica contando esto tan curioso del tereré. No lo había oido nunca, me resulta chocante del todo. Supongo que, después de los dos meses de estancia allí, va a ser una fuente inagotable de curiosidades y anécdotas. Las esperamos con impaciencia.

Verónica R. dijo...

Curioso de verdad. Tampoco había oido hablar nunca de este artilugio. Me parece que para este estrés que llevamos necesitamos unas hierbas especiales para el Tereré.
Besos a todas y gracias.

Anónimo dijo...
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