Cuando sea vieja, vestiré de morado,
con un sombrero rojo que ni haga juego,
ni me quede bien,
y me gastaré el dinero de mi jubilación
en coñac y guantes de verano,
y sandalias de raso.
Y diré que no hay dinero para mantequilla.
Me sentaré en el pavimento
cuando esté cansada
y devoraré muestras de las tiendas
y oprimiré los botones de alarma
y rasparé con mi bastón los barandales de las calles.
Y compensaré la austeridad de mi lejana juventud.
Saldré a caminar bajo la lluvia en zapatillas,
y arrancaré flores de jardines ajenos
y aprenderé a escupir…
Pero, tal vez debiera practicar un poco todo eso desde ahora.
Así la gente que me conoce no se asombrará,
ni se escandalizará al ver que, de pronto,
soy vieja y me empiezo a vestir de morado.Jenny Joseph ( Birmingham, Inglaterra, 1932). Periodista y poeta.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Artículo de Maruja Torres - El País 26/11/2009
Mis hombres
"De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo".
Aproveché el Día Internacional contra la Violencia de Género para reflexionar acerca de los hombres de mi vida que ni son ni han sido más ni menos que yo, y que me han ayudado a ser y a estar. Como me he hecho vieja con relativa sabiduría, y porque a veces les hablo a ustedes en voz baja, me voy a permitir homenajearles en esta columna.
Al hombre que me enseñó a leer y escribir, meciéndome en sus rodillas. Al hombre que me inoculó su pasión por los libros y por la libertad interior de la lectura. Al hombre que me ayudó a cruzar la línea divisoria entre la ciudad y el gueto. Al hombre que cuando me sabía dolorida me decía: "Vuelve a la redacción, éste es tu hogar". Al hombre que me abrió su mundo para que me pudiera pertrechar con alimentos del alma que me ayudarían a salir a la lucha. Al hombre que me acompañó durante diez años, mientras los dos crecíamos sin hacernos más daño que el de los estiramientos rápidos. Al hombre que me dio trabajo diciéndome que yo valía. Al hombre que me dijo por primera vez: "Tú puedes, tú debes". Al hombre que me acompañó en mis duelos. Al hombre con el que hablo de cine y de la enfermedad y la muerte.
Al hombre que vino a mi casa la noche después de aquella en que fui violada, y me hizo el amor con toda la ternura necesaria para que no repercutiera en mí ese involuntario contacto con uno que era menos que cero. Al hombre que se ríe conmigo y hasta de mí y que me permite mantener la fatuidad controlada y la generosidad en improvisación permanente.
De estos hombres muchos están muertos y otros me sobrevivirán. Pero en este corazón tienen su sitio, y ninguno ha dejado de entibiarme la vida durante un solo día.
Va por ellos. Va por vosotros.
Publicado de parte de Pilar Bacas.
"De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo".
Aproveché el Día Internacional contra la Violencia de Género para reflexionar acerca de los hombres de mi vida que ni son ni han sido más ni menos que yo, y que me han ayudado a ser y a estar. Como me he hecho vieja con relativa sabiduría, y porque a veces les hablo a ustedes en voz baja, me voy a permitir homenajearles en esta columna.
Al hombre que me enseñó a leer y escribir, meciéndome en sus rodillas. Al hombre que me inoculó su pasión por los libros y por la libertad interior de la lectura. Al hombre que me ayudó a cruzar la línea divisoria entre la ciudad y el gueto. Al hombre que cuando me sabía dolorida me decía: "Vuelve a la redacción, éste es tu hogar". Al hombre que me abrió su mundo para que me pudiera pertrechar con alimentos del alma que me ayudarían a salir a la lucha. Al hombre que me acompañó durante diez años, mientras los dos crecíamos sin hacernos más daño que el de los estiramientos rápidos. Al hombre que me dio trabajo diciéndome que yo valía. Al hombre que me dijo por primera vez: "Tú puedes, tú debes". Al hombre que me acompañó en mis duelos. Al hombre con el que hablo de cine y de la enfermedad y la muerte.
Al hombre que vino a mi casa la noche después de aquella en que fui violada, y me hizo el amor con toda la ternura necesaria para que no repercutiera en mí ese involuntario contacto con uno que era menos que cero. Al hombre que se ríe conmigo y hasta de mí y que me permite mantener la fatuidad controlada y la generosidad en improvisación permanente.
De estos hombres muchos están muertos y otros me sobrevivirán. Pero en este corazón tienen su sitio, y ninguno ha dejado de entibiarme la vida durante un solo día.
Va por ellos. Va por vosotros.
Publicado de parte de Pilar Bacas.
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1 comentario:
Me ha impresionado, estoy sobrecogida.
Gracias Pilar y Bea
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